Hola a todos. Me encuentro en este momento transmitiendo diréctamente desde las inmediaciones del estadio del FCBarcelona, pungueándole la güifi (así la llaman acá) al famosísimo equipo de Leo Messi, haciendo justicia a lo Robin Hood y sacándole a los que más tienen en pro de aquellos que resultaron desfavorecidos por la maldita maquinaria del sistema capitalista en la que todos nos encontramos envueltos, nos guste o no nos guste. En cortos y musculosa disfrutando de estos agradables 24 grados centígrados que el verano catalán nos regala y tomando una cervecita fría mientras me rompo el culo con las piedritas del pedazo de cemento sobre el que estoy sentado. No todo es color de rosa.
De todas formas, quería disculparme por no haberme hecho presente todo este tiempo, es que todo proceso de asentamiento lleva su tiempo y tiene sus contratiempos, como por ejemplo patear una semana entera para conseguir un departamento mientras tres ampollas grandes como king kong te devoran impíamente las llemas de los dedos del pié con cada paso que das sobre el asfalto caliente. Son momentos como este los que te recuerdan que te olvidaste las ojotas en Buenos Aires.
Por acá todo está bien, es verano y es Barcelona. Me pregunto cómo anda todo por allá, ahora que el crudo invierno se está retirando con la cola entre las patas y la facultad comenzó nuevamente. La facultad... qué cosa que no se la deseo a nadie. Disculpen, no quise tocar ese tema tan sensible. Les puedo contar que acá la gente hace topless y es una cosa de locos, aunque debo admitir que le saca el misterio al asunto... que bueno que el misterio no es para mí.
Pero no todo son tetas y más tetas, también hay fútbol. Puedo decir que ví a Messi por aproximadamente 5' que fue el tiempo del partido Barcelona-Sevilla que llegamos a ver gratuitamente, gracias a la manipulación sentimental de la señora que vigilaba la entrada. Dar pena puede ser últil de vez en cuando. Todavía no entiendo cómo después de un 4-0 nadie salió festejando de la cancha. Para ingresar al primer mundo parece que tenés que dejar el alma cuando hacés el check-in.
Rosa. Es el color que se viene.