La vida se trata de elgir. Constantemente uno está tomando decisiones sobre una u otra cosa: Estudio publicidad o ingeniería? Lo hago hoy o lo dejo para mañana? Por qué carajo no me cambié a publicidad? Y si cuelgo todo y me pongo un bar en la playa? Son cuestiones a las que uno no puede escapar, situaciones que no nos son ajenas y que exigen una respuesta.

Sep, lo tiene.
Es esta dicotomía intrínseca a la acción la que me revienta soberanamente las bolas. Está todo bien con la libertad y eso, pero no hay veces donde sinceramente prefieren [ingrese aquí una tarea con mínima actividad neuronal] y que las cosas se arreglen solas? Cuando al hombre le dan muchas opciones se vuelve idiota y termina perdiendo el tiempo porque no sabe qué elegir. Por ejemplo, hasta hace dos minutos trataba de descifrar una duda existencial: café o siesta? Si me tomo un feca, tengo más tiempo pero rindo menos. Si en cambio me clavo una siestonga, tengo menos tiempo pero rindo más. Luego de casi dos horas de cuidadoso análisis y reflexión, concluí:
no se,
no tengo la más puta idea. Entonces qué hago? Me quemo el bocho pensando qué me conviene? Ni en pedo, mejor escribo y empiezo a creer en el destino; que el equilibrio del universo, el karma o lo que carajo sea haga lo suyo que para algo está. Mientras tanto, se aceptan sugerencias.