Hola a todos. Mhm.. Creo que eso está bien.. Después de pensar un buen rato sobre cómo empezar a escribir lo que sería el primer post con algo de contenido después de tanto tiempo, concluí que así estaba bien. Hola. Con más ganas. Hola!!! Ahora sí.
Ya les contaré del viaje cuando sea oportuno, hoy estoy acá por otro motivo y no quiero que pierda protagonismo por culpa de alguna historia de excesos, tribus caníbales o mujeres desnudas. Mucho menos por una que tenga un poco de cada una. Resulta que el otro día después de clase pasé por la pizzería de Las Heras donde siempre nos juntamos con amigos a comer unas pizzas y tomar unas birras como acostumbramos a hacer siempre que se nos ocurre , y de ahí me fui a lo de Fisu, una amigaza que conocí en Barcelona y tuve la suerte de importar a Buenos Aires ya que ella también es argentina. Estábamos charlando en la cocina de ningún tema en particular, cuando me dice “te acordás cuando en el colegio no te dejaban reir? no era un bajón?”. Y es que sí, cómo te van a enseñar eso si reírse es lo mejor que te puede pasar?, acordamos. Claro que es un bajón! La charla siguió y trajo consigo un montón de cosas reveladoras como por ejemplo que el placer te da felicidad pero la felicidad no te da placer. Es el día de hoy que sigo pensando qué es lo que está mal de esa frase pero no encuentro el error, creo que no tiene nada mal, todavía estoy tan de acuerdo con la brillante frase de Fisu como lo estuve en su momento.
La cuestión es que me seguí preguntando por el tema de la felicidad, tal es así que al día siguiente mientras volvía en tren de la facu, me puse a charlar con un amigo del tema. No les voy a contar toda la charla porque necesitaría por lo menos dos vinos más para escribirla, pero sí les voy a contar qué pienso al respecto, o al menos un poquito de ello.
En realidad no tengo una opinión formada al respecto, pero sí tengo un montón de interrogantes. La felicidad es algo que, si tenemos suerte, experimentamos a menudo; pero pocas veces nos detenemos a pensar qué carajo es lo que está pasando. Es algo que todos parecemos buscar pero no sabemos bien cómo conseguir. Hay un solo tipo de felicidad? Qué es exactamente ser feliz? No se si se puede hablar de tal cosa como “ser feliz” sin referirse a un período de tiempo. Uno puede ser rubio, ser alto, ser divertido, ser un amargo o simplemente ser un pelotudo. Esas son cosas que uno sí puede ser toda la vida, pero ser feliz es un sentimiento, y no se puede hablar de ser feliz como si fuera una cualidad inherente a uno. Al menos yo, cuando me preguntan si soy feliz como Riquelme, les digo dos cosas: primero que Riquelme es un pelotudo, y segundo que sí, que me considero un tipo feliz. Lo que quiero decir con eso es que si me cruzás por la calle lo más probable es que me veas feliz. Ya sea sonriendo o con una actitud positiva, o probablemente ambas. Por eso digo que soy feliz, digamos que es más bien una cuestión estadística.
Ahora bien, otra cosa que no tengo del todo claro es si felicidad hay una sola o hay distintos niveles. Me tomaré licencia para explicar esto con un ejemplo. La gente se va de vacaciones de invierno a esquiar, por ejemplo, porque eso los hace felices. Les gusta la sensación de tirarse por la montaña y sentir el vientito en la cara a medida que descienden. Les gusta sentir como los mocos se les escurren lentamente por la cara, saliendo de la nariz, pasando por el cachete para finalmente llegar al lóbulo de la oreja para luego secarlos con el guante ese enorme que nunca lo seca, solo te paspa la cara. A mí me encanta hacer snowboard a pesar de los mocos y todo eso. Pero bueno, no nos vayamos de tema. La cuestión es que la gente se va de vacaciones para ser feliz, e irse implica muchos preparativos y un buen fangote de guita que no siempre tenemos. Ahora me pregunto: si volvés de bailar y pasás por costanera, inevitablemente te van a dar unas ganas incontenibles de clavarte una bondiola. Entonces, si parás y te compras una re bondiola y le ponés todas esas salsas hechas con cebolla, morrón y otras cosas que no quiero saber, eso indefectiblemente te va a hacer feliz. Eso te hace feliz y es mucho más simple y accesible que irse de vacaciones a esquiar. Entonces por qué la gente insiste con hacer algo tan complicado si se puede ser feliz con mucho menos? No lo sé.
Esto me hace pensar que la felicidad no es más que eso que sentimos cuando satisfacemos una necesidad o un deseo, sea cual fuere, sin importar la complejidad del mismo. De hecho, creo que es tan simple como eso. Si querés ser feliz, buscate una necesidad y satisfacela. Tratá de hacer las cosas con ganas, eso te va a hacer feliz aunque sea en ese momento. Claro, ahí está: esa felicidad no es duradera. Satisfecha la necesidad, no hay felicidad que resista. El mismo estímulo ya no va a causar la misma respuesta. Pero qué, entonces no se puede ser feliz (y por ser feliz me refiero a la definición que di antes) a menos que uno esté constantemente satisfaciendo necesidades? En principio: no, no se puede ser feliz a menos que estemos satisfaciendo alguna necesidad. Y acá es cuando viene el engaña pichanga y todos me dicen “aaahh bueno pero así no vale”. Y la onda es que hay una necesidad que es última y suprema, como las milanesas de pollo. Una necesidad que, por su naturaleza, nunca vamos a satisfacer. Esa es la necesidad de autorealización. Las ganas de superarse son inherentes a la vida que llevamos. Que no lea esto uno de esos monjes tibetanos porque seguro me saca cagando. Es probable que exista gente que haya alcanzado un estado de satisfacción absoluta y sea feliz siendo lo que es, para siempre. Sin más ni menos. Pero qué quieren que les diga, a mi no me pasa y tampoco creo que le pase a nadie así porque sí. Mínimo diez años de meditación en lo alto de una montaña y una túnica naranja.
Esta necesidad última es el fin al que nunca llegaremos. Pero a quién le importa llegar? Justamente la gracia radica en la búsqueda y satisfacción de esta gran necesidad la cual, como dije, nunca vamos a alcanzar. Y el camino hacia ella no es único, va a cambiar tantas veces como se nos cante, porque lo que nos haga sentir realizados hoy no tiene por qué ser lo mismo dentro de dos años. Incluso si alcanzamos aquello que toda nuestra vida quisimos conseguir, es muy probable que luego queramos otra cosa. Es la zanahoria que cuelga delante de nuestros ojos. No es nuestro objetivo -del momento -sino la necesidad de andar en una dirección determinada. La zanahoria es la necesidad de andar, y esa necesidad de andar es justamente lo que nos mantiene andando en una dirección y ninguna en particular. Si leés esa frase otra vez te va a quedar mejor.
La búsqueda de la felicidad es la felicidad misma, y la forma que tenemos de decirnos a nosotros que vamos por el buen camino es alcanzando pequeños objetivos que, de alguna manera, nos acercan más a ese fin.
A modo de corolario me hubiera gustado hablar un poco de qué es el placer, porque creo que también está relacionado. Lamentablemente no tengo una opinión formada. La verdad es que no lo pensé, pero estoy tan cómodo acá en mi cuarto tomando este vinito y escuchando buena música que voy a hacer un intento: Si la búsqueda de la felicidad es una carrera, entonces el placer es como entrar a boxes. Es un momento de satisfacción y edonismo puro. Es una especie de pit-stop entre tanto frenesí, es una pausa para tomarse un té La Virginia, para disfrutar y decirnos a nosotros mismos “ueeehhh pero mirá lo bien que la estoy pasaaaaando, más o menos vengo haciendo las cosas ehh.. vos fijate..!!” Porque eu, hay que estar toda una vida laburando para algo que nunca vamos a alcanzar eh, no es fácil. Necesitamos darnos ánimo de vez en cuando, necesitamos que pasen cosas buenas en el camino, y el placer juega un papel muy importante en eso.
Y bueno, eso.
En cuanto al viaje, ya les contaré en su debido momento, cuando pinte, cuando tenga la necesidad. Un placer estar de vuelta con ustedes.