miércoles, 9 de noviembre de 2011

El perro más groso del mundo

Si ustedes supieran lo bueno que es mi perro. Si supieran lo lindo que puede llegar a ser un animal, cuánto puede llegar a expresar con una mirada, se volverían locos de amor por este bicho. Es un perro especial, un perro bonsai. Tiene patas grandes y cuerpo chiquito, anda de acá para allá arrastrando por todos lados esa cola larga que tiene, que no es que sea enorme sino que es más bien normal, pero le queda enorme en su cuerpito bonsai. Es ya un perro grande pero parece un bebote de meses. Siempre fue caprichoso y ansioso, en eso puedo decir que nos parecemos bastante. Entre todos los problemas que tiene, uno es que retiene líquido, por eso de chiquito era tan gordo que apenas podía caminar porque la panza le rozaba el piso y las patitas se le abrian del peso. Yo, pensando que estaba gordo, siempre lo sacaba de la teta de la madre (quien supo ser mi perra hasta hace un mes) para que le deje algo de comida a sus hermanitos. Por eso tiene las patas tan grandes.

Con el tiempo fue madurando, es un perro que sabe qué esta bien y qué no. Sabe cuando se manda una cagada y ni hace falta castigarlo, por la cara que pone te das cuenta que ya sabe que eso estuvo mal y no lo volverá a hacer. Se pone nervioso cuando llueve y truena, le dan miedo los ruidos fuertes, por eso siempre me golpea la puerta cuando hay tormenta para que le abra porque quiere compañía. Es sin duda alguna el perro más bueno que conocí. Patón no sabe lo que es el mal, es tan bueno como alguien puede ser. Nunca mordió a nadie y puedo asegurar que nunca lo va a hacer. Tampoco le dijo nada malo a nadie, puede ser que sus limitaciones en cuanto al habla hayan tenido algo que ver pero, si hubiese podido hablar, tampoco lo hubiera hecho. Cuando vienen mis amigos les festeja la llegada, es un perro que le gustan los invitados y los mira de reojo si a nosotros esa persona no nos cae bien pero si son amigos se entrega totalmente. Sabe que nunca lo vamos a traicionar, confía en nosotros como nosotros en él. A Patón sólo le falta hablar.

Como les dije, es un perro con problemas y siempre lo fue. Toda la vida se la pasó yendo y viniendo a la veterinaria por algún tema. Cuando nació, el veterinario nos dijo que estos perros no suelen vivir más de seis meses. Sin embargo acá lo tengo al lado mío, echado en el colchón que tengo en el piso donde me siento a escribir, sonriendo (porque Patón sabe sonreír) y haciéndome compañía como me viene haciendo hace ocho años. Hoy también me despertó por los ruidos, y esta mañana gris me dí cuenta que nunca había escrito nada sobre el perro más lindo del mundo. Mentí cuando dije que sólo le falta hablar, Patón tampoco sabe leer, pero me tiene sin cuidado porque se que aunque no entienda dos palabras de lo que escribo, estoy seguro de que todo esto él ya lo sabe.

El perro más groso del mundo.

2 comentarios:

El soberano demanda:






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