sábado, 27 de junio de 2009

Uno veinticinco, por favor.


Era tarde ya, y Juan recién volvía de la facultad de las Heras. Había estado estudiando todo el día, café de por medio, para un parcial que rendía al día siguiente. Era época de exámenes, y eso es lo que acostumbran hacer los estudiantes de ingeniería. Era pleno invierno, y hacía un frío imposible, útil sólo para tomar una cerveza sin tener que preocuparse por que se caliente. Abrigado de pies a cabeza, paró el 59 que va a La Lucila, pidió un boleto de $1,25 y subió. Rara vez pagaba $1,75, que era lo que realmente valía su boleto; según él ya era bastante el subsidio que ligaban las empresas de transporte público como para encima cobrar esas tarifas usurarias a los estudiantes (más todavía con el frío que hacía). El colectivo estaba medio vacío, había lugares para elegir, contra la ventana, asientos de uno, de dos, del lado del pasillo, en el fondo y, como siempre, mirando hacia atrás. “No entiendo por qué nadie se sienta en esos asientos”, pensó refiriéndose a estos últimos. Sin más, caminó hasta el fondo, y eligió uno junto a la ventana. “Permiso”, le pidió a la chica que ocupaba el asiento del pasillo. Seguramente la chica se preguntó por qué Juan eligió ese asiento teniendo todo el colectivo vacío, es decir, uno siempre trata de mantener a los extraños tan lejos de su burbuja invisible tanto como sea posible, ¿no? Esto Juan lo vio venir.

- Pasa que hace frío- dijo Juan
- ¿Cómo?- contestó la chica.
- Que hace un frío terrible afuera, quiero estar lo más apretado que pueda, por eso elegí este asiento. Espero no te moleste que invada tu burbuja.
Ella sonrió, “no te preocupes”, contestó. De la facultad a su casa, Juan tenía una horita de viaje, fácil. Sacó los auriculares y se dispuso a escuchar algo de música.
-Me parece que voy a hacer lo mismo que vos- dijo ella, y eso bastó para terminar el resto del viaje con los auriculares en la mano.
- ¿Hasta donde vas?-preguntó Juan.
- Hasta Belgrano, tengo para rato todavía ¿Vos?
- No te quejes, hasta La Lucila… eso es para rato.
- Eso es terrible.
- Ni me digas, después de 5 años y medio te acostumbrás, no te preocupes.
- ¿De dónde venís?
- De la panza de mamá, y ahora de la facultad.
- ¿Estudiás derecho? – Juan se preguntó por qué habría de preguntar eso si la facultad de derecho no está siquiera cerca.
- Ojalá- dijo Juan mientras hundía la pata hasta el fondo sin saberlo- esos tipos cursan cuatro horas locas por día, estudio ingeniería. – concluyó, y se dio cuenta lo pedante de su comentario tarde como para corregirse.
- Yo estudié derecho- replicó ella, y Juan se quiso tirar por la ventana.
- Bueno, derecho es una carrera difícil.
- ¿Todos los ingenieros se dan vuelta como un panqueque de esa manera?
- Sólo cuando la situación amerita.
- Que oportuno…
- Es un mecanismo de defensa, podemos ponerlo de esa manera. ¿Y ahora qué hacés de tu vida? ¿Ejerces como abogada?
- Ajá – asintió con la cabeza – para una prepaga.
- Algo así como abogada del diablo, digamos.
- Podrías verlo de esa manera, y considerar cambiarte de asiento.
- O podría darme vuelta como un panqueque.
- Con esa defensa podrías ser abogado vos también, hay un lugarcito junto a Lucifer.
- ¿Y te gusta? Digo, laburar de eso.
- La verdad la verdad, no. Me gusta más sacar fotos y dibujar; estoy haciendo un postgrado en el IUNA, vengo de ahí. A veces me pregunto por qué estudié lo que estudié.
- Te entiendo perfectamente. A mi me gusta escribir, y sin embargo me la paso haciendo cuentas y estudiando la resistencia de materiales.
- Bueno, parecido.
- uff…
- Al menos sabés lo que te gusta.

Y fue esa frase la que lo dejó pensando. Al menos sabía lo que le gustaba, no todos tienen ese privilegio. Otros pasan su vida en piloto automático sin detenerse por un momento a pensar en eso. Hizo una pausa, y se prometió dedicarle más tiempo a eso que lo mantiene vivo, su cable a tierra. Después siguieron charlando un rato más pero eso es algo que no tiene importancia.


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3 comentarios:

  1. jaja me encantaron tus metidas de pata en el diálogo.
    Linda anécdota!

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  2. Las historias a final abierto tienen su encanto, te dejan pensando ... imagino que escribir este post incluye "dedicarle más tiempo a eso que lo mantiene vivo" .., en época de parciales reavivar el cable a tierra es la única salvación

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  3. tenes razon.
    Tip: la parte màs calentita de los bondis es la parte de atràs porque ahí es donde está el motor jaja

    Estamos rediseñando?

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